2022-07-06 00:00:00

EXPERIENCIA FARMACOTERAPÉUTICA: UN CONCEPTO CLAVE EN LA PRÁCTICA ASISTENCIAL

Autor: Manuel Machuca

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El concepto de experiencia farmacoterapéutica, traducción del término Medication Experience, fue introducido hace ya catorce años por Cipolle, Strand y Morley, y su escaso conocimiento en España es prueba palpable del atraso de nuestra práctica asistencial. De una forma sucinta, puede definirse como la experiencia subjetiva que tiene una persona al utilizar medicamentos en su vida diaria. 

Se trata, pues, de una percepción individual sobre la que se construye el propio sentido de la realidad en relación a la medicación, que es la que le conduce a las personas a tomar decisiones en relación a su salud. Depende, por tanto, de la capacidad del individuo de procesar datos y de asimilar información, así como de su interacción con el entorno sociocultural y político en el que vive. 

Esta percepción se construye antes incluso de utilizar medicamentos, ya que en ella influyen los conocimientos y experiencias adquiridas, procesadas e interpretadas a partir de las de otras personas del entorno, así como de la influencia de medios de comunicación, prácticas educativas, etcétera. Por ejemplo, la actitud de una persona ante la diabetes, aun no estando diagnosticado de la enfermedad, puede construirse ante el conocimiento de la experiencia de quienes padecen la enfermedad, como familiares o incluso vecinos; ante las noticias que ofrezcan medios como la prensa o la televisión; experiencias de famosos que la hayan sufrido; los programas de educación que existan alrededor del tema

La experiencia farmacoterapéutica tiene que ver con la influencia de los medicamentos en la vida diaria de la persona y no solo con los resultados clínicos, positivos o negativos. Conocer la experiencia de quienes utilizan medicamentos, el modo especial en el que les condiciona su vida, los objetivos que persiguen y los que temen, es fundamental a la hora de tomar las únicas buenas decisiones que se pueden adoptar, las decisiones compartidas. 

Por ejemplo, saber que alguien pretende tomar un medicamento para mitigar un dolor en el brazo está bien, pero si además conoce que a lo que aspira es a poderse peinar porque es una persona presumida, es aún mejor, porque el objetivo de la persona no es superar un valor en la escala validada del dolor sino salir a la calle como a ella le gusta. Saber que una anciana no está dispuesta a tomar diuréticos por la mañana, cuando sale a hacer las compras, porque no es capaz de entrar en un bar a orinar, ya que su madre le enseñó que las mujeres no entraban solas en esos lugares, permitirá adecuar la medicación a las características de quien debe beneficiarse de los medicamentos.

La experiencia farmacoterapéutica se desarrolla como resultado de prejuicios, de normas sociales, de estigmas, y también a partir de cómo se experimentan los medicamentos en el propio cuerpo. A veces, un resultado clínico positivo se convierte en una experiencia negativa, como podría ser el caso del diurético anteriormente citado o el de la vasodilatación que produce un hipotensor que conduzca a una disfunción eréctil en un varón. Por tanto, no se pueden asociar experiencias positivas o negativas a resultados clínicos positivos o negativos, todas las combinaciones son posibles.

Conocer la experiencia farmacoterapéutica de la persona es esencial una vez que se haya detectado que existen mejoras a realizar en la farmacoterapia, al menos en el ámbito de la atención primaria, porque en este entorno es la persona la que toma las decisiones de utilizar o no, y cómo, la farmacoterapia. Y esto lo hace a solas, ajena a cualquier control de profesional de la salud alguno. Hay que ser conscientes de que en atención primaria, los profesionales no tomamos decisiones; son las personas las que las toman, y que, por tanto, nuestra misión es ayudar a que esas decisiones que vayan a tomar sean las mejores posibles.

Y para conocer la experiencia farmacoterapéutica y realizar una adecuada práctica asistencial, se necesita tiempo y confianza, crear una relación terapéutica en la que escuchar el punto de vista del otro es esencial, porque afortunadamente, la experiencia farmacoterapéutica, al igual que la experiencia clínica del profesional, no es estática, sino que se nutre del día a día de las personas. Que una escucha inadecuada no nos impida aplicar nuestro conocimiento adquirido.

Foto de Jills en Pixabay
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Adriana Serrano Uribe 2022-07-06 20:24:00
Magnifica profundización como siempre profe Manuel y muy contundente. Felicitaciones ????